Mira cómo se derrumban las torres,
Admira esos pedazos rodantes,
En aquellos estadios muy lejanos,
Vistos por únicos errantes.
A lo alto, se ven los bloques caer,
Como aves sin alas,
Y grandes ventanas craquear,
Como globos de agua.
Todo, en un instante, se va al piso,
Y con él la tierra se sacude,
Tirando lo que antes yacía fijo,
Como postes de luz radiantes.
Ahora, no hay nada que apreciar,
Más que a las duras pizcas,
Que quedan difíciles de evitar,
Hechas polvo con la vida.
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