miércoles, 23 de septiembre de 2009

Esta escena

Hasta hace poco no me hubiera gustado inhibir mis sentimientos hacia ti. Mi sencillez era entonces un palacio de polvorienta sutileza, que gritaba hacia fines absurdos lo más profundo de esta ilusión. Me pesa haber ignorado tu belleza, tu famosa riqueza de persona, que derriten aun a los animales más impasibles. Pues éstos, que ahora vienen hacia mí, me culpan de haberte dejado ir. Qué lástima morir sin brazos como los tuyos que me sostengan y levanten mi fallecido ser, aun sabiendo que mi alma, luego, reposará cómodamente en ti.
Preferí apoyarme en el umbral de la ventana y repetir al horizonte lo mucho que anhelaba tu regreso. Nunca, pues como lo dije antes, volveré a sentir esto; dolor que me causa respirar la soledad, bajo el enmohecido tejado de mi hogar, sentado a la mesa y con un té color capibara.
En aquellos días me hubiera gustado.... Quererte más.
Ti voglio bene....
¿Quién tocará la puerta? ¿Y ese italiano, sensual e inesperado?
¿Salve? ¿Diré, sino, Ciao u Hola?
Bella miseria, lo abro o no lo abro, siento ese perfume traspasar el picaporte, entonces decido abrirle. Cómo no pude ver la puerta girar, balancearse hasta detenerse en mis pies. Pero fue suficiente, pues ahí pude contemplar, lo que era, el cariz de mi sueño realizado.
Amada mía, no habrá mundana sociedad ni pensamientos que nos separen de nuevo. Aquel rostro resplandeció junto a una ráfaga de luz que enfatizó las cuatro paredes. Vi su perfil tan bien delineado, y la quise abrazar, acariciar, como en mis Pensamientos....
Pero pensé en algo mejor.
Le cerré la puerta, tan duro fue el golpe que del otro lado pude oírla gemir, y qué alegría sentí en ese momento, cuando comprendí que lo único que anhelaba era la proyección de ella, pero no a ella misma. Aquello no era más que un ideal egoísta, que intentaba apoderarse de algo ajeno, que deseaba en ensueños y rechazaba en vigilias.
El cerrar de la puerta fue, pues, una muestra de liberación.
Sé libre!, bella mujer, y lamento que hayas venido hasta mí tan preocupada, quizá mis pensamientos te trajeron aquí. Vive y respira el bello aroma de la omnipresencia divina, aunque la herida de tu nariz te lo impida. Ya no volveré a vivir, como en mis Pensamientos... En medio de la ramas de la desesperación, frente al sólido tronco de mis ideales, bajo el plenilunio de mi infortunio, y simulando la silueta de tu aparente belleza.

2 comentarios:

  1. omar tus escritos me hacen reflexionar un webo , sigue asi , algun dia reconoceran todas estas piezas valiosas

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  2. Y a lo dicho en voz, lo reafirmado en letra. Malsano amor el que te atormenta que intenta arrugarte y dejar flácido el cerebro.
    Erección del corazón y eyaculación de la mente!! (y no por necesidad)
    Ahora sigue, sin pretender vomitar.

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