Juegos que reprimendas trajeron,
E infantes que mordieron el anzuelo,
Encarnaron la rebeldía del terreno.
Corrieron hasta el pueblo,
Cargando panes y jamón,
Como entes peleoneros,
Que solo buscaban ardor.
Los niños llegaron a la calle central,
Y comenzaron a gritar y a celebrar,
Bellos cuerpecitos, que de la azotea,
Se veían como los granos del coral.
Entonces se inflaron los globos,
Y desde la ventana se vieron ascender,
Redondas esferas de color hosco,
Cuya asunción era como un trascender.
La música estalló, y bailaban los pueriles,
Sacudidas que a todos preocupaban,
Y que los llevaban a este hilarante arrecife,
Ahogado de algarabías y palmadas.
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